Compartiendo a Jesucristo: En este mundo estamos solo de paso
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«No dejemos de trabajar por los bienes de la vida eterna».
«No dejemos de trabajar por los bienes de la vida eterna».
San Máximo nació en Constantinopla en el año 580. Recibió una esmerada educación y ocupó diversos cargos en la administración pública. En el año 630 abrazó la vida monástica, ingresando al Monasterio de Crisópolis. La tranquilidad del claustro le permitió profundizar y escribir sus reflexiones, correspondiendo a este período sus obras más importantes. Murió en el exilio, en Georgia, en el año 662.
San Ponciano fue ordenado obispo de Roma el año 231; el emperador Maximino lo desterró a Cerdeña el año 235, junto con el presbítero Hipólito. Allí murió, después de haber abdicado de su pontificado. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Calixto, y el de Hipólito en el de la vía Tiburtina.
Nació hacia finales del siglo I, en Siria. Fue el duodécimo sucesor de San Pedro; gobernó la Iglesia once años, desde 155 a 166. Durante su pontificado tuvo que luchar contra las incipientes herejías, agrupadas bajo el nombre común del gnosticismo. En poco tiempo se vio libre el rebaño de las herejías. Descubiertos y confundidos los herejes, pronto instruyó y cultivó a su pueblo, y Roma, centro de la unidad y de la fe, lo fue igualmente de la santidad, y teatro de la virtud cristiana. Murió mártir hacia el año 166.
«No estás solo, Jesús siempre te acompaña».
«Que nuestro cuerpo sea verdaderamente templo vivo del Espíritu Santo».
Nació en Asís el año 1193; imitó a su conciudadano Francisco, siguiéndolo por el camino de la pobreza, y fundó la Orden de las monjas llamadas Clarisas. Su vida fue de gran austeridad, pero rica en obras de caridad y de piedad. Murió el año 1253.
«¿Para quién es mi vida?».
Era diácono de la Iglesia en Roma y murió mártir en la persecución de Valeriano, cuatro días después de Sixto II, papa, y sus compañeros, los cuatros diáconos romanos. Su sepulcro se halla junto a la vía Tiburtina, en el campo Verano; Constantino Magno erigió una basílica en aquel lugar. Su culto se había difundido en la Iglesia ya en el siglo IV.
D. Luis Torregrosa ―sacerdote de la Archidiócesis de Valencia― es el responsable de pastoral de la Escuela Jeunesse Lumière, fundada por el P. Daniel-Ange. El objetivo de esta comunidad es la formación de los jóvenes para que puedan evangelizar a otros jóvenes. Para eso, viven un año en comunidad, tiempo que puede prolongarse en un segundo año. Los pilares de la escuela son: la oración y la formación. La formación tiene una doble vertiente: profundizar la vida de fe, pero también formarse para poder dar respuesta a los interrogantes que les plantean las personas con las que se encuentran. No es una comunidad de vida, sino un sitio de paso, un lugar donde formarse, profundizar en la relación con el Señor, abrirse a su Palabra, descubrir su vocación y, al tiempo, salir para evangelizar a otros jóvenes, avanzando en el camino personal de cada uno hacia la santidad.
Escuela Jeunesse Lumière: https://www.jeunesse-lumiere.com/
«Abandónate en sus manos».
«La conversión está al alcance de todos».
Nació el 12 de octubre de 1891 en Breslavia (Alemania). Era hija de una familia judía que seguía con exactitud las reglas del Talmud. Desde muy niña tuvo un gran afán por la verdad. Estudió filosofía y más tarde fenomenología con Edmund Husserl, convirtiéndose en su discípula predilecta. En 1921, se convirtió al catolicismo después de leer la autobiografía de Santa Teresa de Jesús. Recibió el bautismo a los 30 años y a los 42 ingresó en el monasterio carmelita de Colonia, con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Fue detenida por las SS y asesinada en Auswitch, en la cámara de gas el 9 de agosto de 1942.
Cristina Fernández Girón es una niña de once años. Su cariño y confianza por Nuestra Madre del Cielo nació en el seno de su propia familia, en la que es la pequeña de cuatro hermanas. Cristina conserva el recuerdo de rezar el rosario en casa siendo ella muy pequeña, antes incluso de saber recitar las oraciones. A sus once años explica que el rosario para ella «es cogerle el dedo a la Virgen».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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