D. Santiago Arellano

Tenemos con nosotros en este nuevo bloque de «El Sacerdote» a D. Santiago Arellano, sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón» y párroco en la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, en Talavera de la Reina. Durante estos 23 años como sacerdote Dios ha derramado sobre su vida una fuente de gracias tan desbordante que no puede quedarse con este regalo para él solo. D. Santiago experimenta fuertemente que el Señor le pide que hable al mundo acerca de lo que Él ha hecho en su vida. Para que conozcan que la misericordia de Dios existe, que quiere la salvación del hombre y no su condenación, y que quien se acerque a Dios con un corazón humilde, sencillo y con intención sincera de cumplir su voluntad será contado entre los herederos de su Reino.

¿Por qué necesitamos sacerdotes?

Debido a la disminución de vocaciones sacerdotales, existe el miedo a la desaparición del sacerdocio, y esta preocupación nos hace preguntarnos: ¿La Iglesia puede prescindir de los sacerdotes? D. Santiago Arellano, sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón», nos responde: «Sin sacerdotes no hay sacramentos». Solo el sacerdote puede consagrar y absolverte de tus pecados para que recuperes la gracia santificante. Son transmisores directos de la gracia de Dios, es Cristo quien actúa a través de ellos. Por esto, tenemos que rezar, insistentemente, para que aquellos que están destinados por Dios para este ministerio respondan por el bien de sus propias almas y de las almas que Dios quiere poner en sus manos.

Buscamos adherirnos a Cristo

D. Santiago Arellano, sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón», con este programa quiere clarificar que el celibato sacerdotal no es una opresión para el sacerdote, sino que el sacerdote elige vivir así. Ellos quieren ser solo y totalmente de Dios, y sobre todo, quieren ser otro Cristo. D. Santiago destaca que, guardando su corazón puro es como el Señor le transforma y engrandece para amar como Él amó. Para quien ve delante de Dios que tiene vocación sacerdotal, vivir célibe, aunque requiere, por supuesto, luchas espirituales, no es una carga, porque lo hace por un amor más grande, por amor a Dios, que le ha elegido.

Jesucristo se quedó por ti

Nos quejamos muchas veces de que nuestra vida es muy difícil y no tenemos fuerzas para continuar, pero pocas veces acudimos a la fuente de la vida. ¿Cuál es esa fuente? ¿Dónde se encuentra? D. Santiago Arellano, sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón», en este programa nos acerca a esa fuente: la Eucaristía. Dios se quedó en el Santísimo Sacramento por ti y desea darte la fuerza que necesitas. Pero, si no vas ni un minuto siquiera a adorarle ni te acercas al sacramento de la confesión para tener un alma digna de recibirle, ¿cómo quieres que Él te ayude?, por tanto, ¿a qué esperas para volver a Él?

Dios no quiere tu condenación

El sacramento de la confesión no es para satisfacer la curiosidad de los sacerdotes, ya que deben guardar el sigilo sacramental, que les obliga a guardar silencio de todo lo que escuchen. Este sacramento es para limpiar tu alma. D. Santiago Arellano, sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón», a través de este programa nos muestra, desde su propia experiencia, cómo Dios busca a la oveja perdida no para pegarla, sino para curarla y devolverla al redil del que se extravió. Dios se hizo hombre para morir en la cruz por ti, y así, pagar la deuda de tus pecados. Él espera tu conversión, ¿vas a rechazar su Misericordia?

Orar es una necesidad vital

D. Santiago Arellano, sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón», ha experimentado en su propia vida el desorden que produce para el alma no hacer oración. El alma se va alejando de Dios y acaba por vaciarse completamente. ¿Quieres conocer a Dios y saber qué es lo que está torcido en tu vida? Haz oración diariamente frente al Santísimo. Ahí encontrarás a un Dios cercano que siempre te escucha y quiere ayudarte a cambiar. Pero para cambiar, es necesario que tú también le escuches a Él.

Jesucristo nos mandó predicar

El sacerdote tiene como misión principal predicar el Evangelio. Por ello, el sacerdote debe dejar al margen de su predicación tanto sus gustos como sus opiniones personales. La palabra de Dios nos fue revelada por Él mismo de una forma concreta y así es como debe comunicarse a las almas, sin modificarla. D. Santiago Arellano —sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón»— anima a sacerdotes y fieles a ser verdaderos testigos de Jesucristo, sin máscaras, sin miedo al qué dirán ni a quedarnos solos. Tenemos que predicar la palabra de Dios con valentía.

El amor del Corazón de Jesús

D. Santiago Arellano, sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón», no deja de asombrarse de las gracias que Dios, a través del don sacerdotal, derrama sobre las almas. El Señor ha dejado sobre las manos limitadas del sacerdote la guía de su rebaño y la administración de los sacramentos para que las almas puedan santificarse. Ante esta importante misión, D. Santiago pide humildemente a todos los oyentes que recen por los sacerdotes para que no se despisten de su misión y se mantengan fieles a Dios hasta el final.

  • D. Julián Lozano López —delegado de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Getafe (España)— siempre ha tenido a la Virgen muy presente en su vida, pues ella ha tomado un papel especialmente importante en su sacerdocio. D. Julián es consciente de lo mucho que la necesita para ser fiel a su vocación, por ello, intenta tenerla presente todos los días, invocándola siempre.

     

     

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