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«Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles».

«Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto». 

«¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?».

«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».

«Lo que más le duele a Dios es el olvido del hombre…».

«Conserva la paz, no temas el futuro, porque todo está en sus manos».

«Así te imagino Jesús: mirando el cielo, riendo mucho. Los niños, los sencillos, lo entienden».

«Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».

«Vienes a curarnos, me pides que te muestre mi herida».

«Solo en Dios descansa mi alma».

«¡Qué importante es la gratuidad! Saber que Dios me lo ha dado todo, toda mi confianza está puesta en Él y que no tengo nada que temer».

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen».

«La inquebrantable fidelidad de un Dios que jamás nos ha sido infiel».

«Intenta dominar tu imaginación, los desastres futuros crean ansiedad. ¿Mañana? Dios te dará su gracia.»

«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

«Enséñame a no necesitar tanto, a confiar más en tu Amor de Padre».

«Haz presente al Señor allí donde estés».

«Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda».

«Haz presente al Señor allí donde estés».

«Mujer, enferma, una fe que nada ha podido detener. Asustada, confiesa...».