Consagración de niños a la Virgen En la Fiesta de la Candelaria
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Introducción:
Cada año, el 2 de febrero, la Iglesia celebra la Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen María, recordando aquel día en el que José y María entraron con el Niño Jesús en el Templo de Jerusalén para cumplir con Él todo lo que mandaba el Señor: “Cuando se cumplieron los días de la purificación prescrita por la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como prescribe la ley del Señor” (Lucas 2, 22). Al entrar en el Templo, el anciano Simeón reconoce en este Niño al Mesías, y proclama de Él que es: “Luz para alumbrar a las naciones”.
Desde hace mucho tiempo, los fieles cristianos han querido imitar este gesto de María y José, y han llevado a sus hijos recién nacidos a los templos, a las parroquias y santuarios donde se venerase una imagen de la Virgen María, para “presentar” a sus hijos a la Reina del Cielo, para consagrarlos a Ella, para ponerlos bajo su especial protección y cuidado. Y han ido con velas encendidas en las manos, recordando la profecía de Simeón: Jesucristo es a “luz que alumbra a las naciones”, a esa luz queremos caminar, bajo esa luz, y de la mano de la Virgen María, queremos que caminen nuestros hijos.
La Fundación EUK Mamie-HM Televisión ha creado este ritual para la consagración de los niños a la Virgen, que cuenta con una pequeña reflexión audiovisual, basada en una meditación de Abelardo de Armas, de la Cruzada de Santa María, sobre el misterio del nacimiento del Niño Jesús, y la ternura de su Madre María que nos lo entrega para que nunca dudemos de su amor.
Ritual para la Consagración de Niños a la Virgen:
Sacerdote: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Sacerdote: La gracia y la paz de Dios, Nuestro Padre, y de Jesucristo, su Hijo, que mostró su gran amor por los niños, esté con todos vosotros.
Todos: Y con tu espíritu.
Sacerdote: Comenzamos nuestra celebración, leyendo este fragmento de la Palabra de Dios y pidiendo a nuestra Madre, la Virgen María, que nos enseñe a escuchar al Señor y a obedecer siempre su voluntad. No dudéis de que el ejemplo de fe y abandono en manos del Señor es el mejor ejemplo que podéis dejar a vuestros hijos.
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas.
Mis ojos han visto al Salvador (Lucas 2, 22-40)
Cuando se cumplieron los días de la purificación prescrita por la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como prescribe la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor. Ofrecieron también en sacrificio, como dice la ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones. Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías enviado por el Señor. Vino, pues, al templo, movido por el Espíritu y, cuando sus padres entraban con el niño Jesús para cumplir lo que mandaba la ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar que tu siervo muera en paz. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, como luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados de las cosas que se decían de él. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Mira, este niño hará que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón; así quedarán al descubierto las intenciones de muchos. Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya muy anciana. Había estado casada siete años, siendo aún muy joven, y después había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo dando culto al Señor día y noche con ayunos y oraciones. Se presentó en aquel momento y se puso a dar gracias a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Israel. Cuando cumplieron todas las cosas prescritas por la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía llenándose de sabiduría, y contaba con la gracia de Dios.
Palabra del Señor.
Breve reflexión a cargo del sacerdote. (La idea central será pensar en cómo el Señor quiso estar en brazos de María, se confió totalmente a Ella)
Visualización del audiovisual “Fijos los ojos en Jesús”:
Preces:
(cada petición será leída por un matrimonio, primero el esposo y luego la esposa)
Sacerdote: Sabiendo que el Señor ama con predilección a los niños porque son sencillos y humildes de corazón, digámosle suplicantes: Señor, bendice nuestros niños.
Todos: Señor, bendice nuestros niños.
Papá 1: Señor Jesús, Tú que hecho niño, quisiste estar bajo el cuidado de María,
Mamá 1: haz que nuestros hijos, protegidos por Tu Madre, crezcan corporal y espiritualmente sanos.
Todos: Señor, bendice nuestros niños.
Papá 2: Señor, Tú que por el Bautismo les has dado una vida nueva, haciéndolos hijos de Dios y herederos del Cielo,
Mamá 2: no permitas que el mal enraíce en sus corazones.
Todos: Señor, bendice nuestros niños.
Papá 3: Señor, Tú que siendo niño sufriste la persecución y el destierro,
Mamá 3: haz que todos los niños conozcan tu Amor.
Todos: Señor, bendice nuestros niños.
Papá 4: Señor Jesús, Tú que te escogiste a María como Madre,
Mamá 4: haz que sepamos cada día imitarla.
Todos: Señor, bendice nuestros niños.
Bendición de los niños:
Sacerdote: Señor, Dios nuestro, mira con bondad a estos hijos tuyos que hoy son puestos bajo la protección materna de la Virgen María, tu Madre, derrama sobre ellos tu bendición para que puedan un día dar testimonio de tu Amor. Que sean fuente de alegría y de unión en sus familias y que nunca se aparten de ti. Y a sus padres y madres dales tu gracia para que sean manifestación de tu ternura. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Rito de ofrecimiento de los niños:
(Se acercan las familias con los niños en fila hasta el altar de la Virgen)
El sacerdote levanta a cada niño, alzándole hacia la Virgen, y dice: Madre, es tuyo, protégelo.
Oración por los niños:
(Todos juntos, sacerdote, padres y madres, toda la asamblea. El que preside la celebración puede ir diciendo cada frase para que el pueblo la repita):
Madre es tuyo, protégelo.
Ayúdanos a educarlo en la fe y a enseñarle a amar como Cristo nos amó.
Guarda nuestra familia.
AMÉN.
-Hna. Beatriz Liaño, SHM
Consagración de niños a la Virgen En la Fiesta de la Candelaria