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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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En este primer programa, D. Valentín Aparicio Lara nos habla de la consagración total del sacerdote, tanto de cuerpo como de alma. Explica que, a través del sacramento del orden, se prolongan las mismas acciones de Cristo, y que el fundamento de la vida del sacerdote es la amistad con Cristo, la comunión y la esponsalidad con Él. Nos invita a encontrarnos con Cristo y cuenta cómo Dios, en un breve espacio de tiempo, puede obrar sus maravillas en nuestros corazones.

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Dios siempre cumple sus promesas

D. Pablo Sanchis Cano, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), vio llegar el día tan esperado de su ordenación sacerdotal como el cumplimiento de la promesa que el Señor hizo de sostenerle. Aparentemente, todo sigue igual después de la ordenación. Pero la realidad es que no es así: el presbítero queda consagrado a Dios y, si es fiel a lo prometido ese día, el Señor realizará a través suyo obras que ni el mismo ministro puede imaginar.

Sin el Señor no tengo nada

Para D. Pablo Sanchis Cano, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), la práctica de la fe católica ha sido, desde la niñez, algo natural. De hecho, sus padres siempre han estado abiertos a lo que Dios pudiera pedir de cada uno de sus hijos y los ofrecieron a la Virgen con esta oración: «De nuestros hijos, coge a los que quieras». D. Pablo, aunque lo sabía, pensaba que su vocación era la matrimonial y orientaba toda su vida, sus estudios y los posibles trabajos, con relación a esta idea. Sin embargo, Dios tenía otros planes. Comenzó a comprenderlo con mayor claridad en la beatificación del papa Juan Pablo II.

Mi experiencia apostólica

El P. Antonio Turú Rofes, mCR, es el superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey. Desde que fue ordenado sacerdote ha vivido momentos tanto de satisfacción pastoral como de turbulencias e incluso persecuciones. Pero, en cada una de esas situaciones, ha visto la mano providente de Dios, que de una forma u otra le ha socorrido, sostenido y dado la fuerza que necesitaba en cada momento. El P. Antonio compartirá con nosotros algunas de las experiencias apostólicas que más le han ayudado a crecer en la fe en Dios y le han alentado a querer desgastar su vida para que muchas almas conozcan y se acerquen a Dios.

El sacerdote representa a Cristo

El P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, explica que, a partir de su ordenación sacerdotal, ese hombre es un representante auténtico de Jesucristo. Por eso no puede hablar ni actuar de cualquier manera. Ha sido consagrado por Dios y para Dios. Cristo le confía la misión de permitirle actuar a través suyo las veinticuatro horas del día. Solo el sacerdote puede consagrar, solo él puede dar la absolución, es decir, devolver la vida de la gracia al alma. El P. Antonio pide oraciones por los sacerdotes para que sean conscientes del don que poseen y nunca traicionen las promesas que un día hicieron ante su obispo y ante Dios.

Déjate guiar por Dios

¿Verdaderamente dejas que Dios dirija tu vida? El P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, afirma que, cuando una persona confía plenamente en Dios y en su actuar, no se turba ante los cambios de planes, porque sabe que el Señor conoce mejor que él mismo lo que le va a ayudar más a su alma en ese momento. El P. Antonio nos anima a hacer actos de fe en Dios, pero no de forma pesada y triste por tener que hacer su voluntad y no la propia, sino que deben hacerse desde el amor y la confianza en que nuestro Creador, por habernos creado, sabe qué es lo que mejor hará crecer nuestra alma.

«Madre, ayúdame a perseverar»

«Madre, ayúdame a perseverar». Esta es la oración que frecuentemente dirige el P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, a Nuestra Madre, la Virgen María. Una madre vela por el cuidado, salud y buen desarrollo de sus hijos, para que el día de mañana sean autosuficientes. La Virgen María, como madre, nos quiere ayudar no solo en el ámbito terrenal sino en el ámbito espiritual. Ella quiere que todos sus hijos alcancen el Cielo, pero para que nos pueda ayudar necesita que la invoquemos, que acudamos a Ella, que nos confiemos en sus manos. Lo que más desea para nosotros es nuestra salvación. Sus manos están llenas de las gracias que Dios le da para repartir entre sus hijos, pero si no se las piden, Ella no las puede dar.

  • D. Julián Lozano López —delegado de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Getafe (España)— siempre ha tenido a la Virgen muy presente en su vida, pues ella ha tomado un papel especialmente importante en su sacerdocio. D. Julián es consciente de lo mucho que la necesita para ser fiel a su vocación, por ello, intenta tenerla presente todos los días, invocándola siempre.

     

     

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